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Ranking de PINTORES ESPAÑOLES DEL SIGLO XX por LAPPPANCHO COSSÍO, PINTOR FALANGISTA (2). Watch Rambo III HD 1080P. Por José Mª García de Tuñón Aza [1]Cossío abandona la política y vuelve a la pintura. A comienzos de la posguerra, Cossío decide tomar de nuevo los pinceles inaugurando su nueva y magnífica etapa con indiscutibles obras maestras como el retrato de su madre. Su biógrafo Gaya Nuño considera que la noble anciana protagoniza, seguramente, el mejor retrato español del siglo XX. Sobre los retratos que hizo a su madre conviene aclarar que en 1. Museo de Bellas Artes de Santander lo mismo que el que pintó en 1. Según la bibliografía manejada, en 1.

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Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y un segundo en posesión de un particular. El propio pintor llegaría a decir en una entrevista que le hacen en 1.

Cossío– de siempre, la llevamos en la retina y en el corazón, la pintaríamos a ojos cerrados»[2]. Cuando le preguntan dónde había pintado este cuadro, señalando al retrato de su madre que tenía colgado en el estudio, el pintor contesta: «–En Santander, hace cerca de veinte años.

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Muchas veces me lo quisieron comprar, y alguna llegaron a ofrecerme por él lo que yo quisiera. Y dije que sí que lo vendería, mas con la condición de que fuese a parar a un Museo.

Mi madre no quería retratarse. Sois todos unos solterones –decía–, y cuando yo falte y faltéis vosotros, el cuadro irá a parar a una trapería”. Pero como era muy lista, se dejó engañar y posó algo. El otro retrato que de ella hice, y que está en el Museo de Arte Moderno, lo pinté por entero de memoria»[3]. Está claro que el pintor en esta contestación omite los pintados en 1. En aquella época, los centros oficiales de Santander le hacen encargos de retratos áulicos.

Como Pancho Cossío parecía hallarse en el mejor momento artístico, surgió de sus pinceles una impresionante serie de creaciones de primer orden: los retratos de María Pereira, de Antonia Cuevas y de Carmen Martín y «culminó su labor retratista en la magistral efigie del ministro Alfonso Peña Boeuf, conservado hoy en el Museo de Santander»[4]. Uno de sus biógrafos opinaba así: «El retrato de Peña parece arrancado de la época goyesca de la familia de Carlos IV, y, sin embargo, nada más lejano a él»[5]. Por su parte, Gerardo Diego escribió: «El último cuadro de Pancho Cossío, el retrato de don Alfonso Peña, es eso, un cuadro, un retrato, un óleo que huele a pintura, a Museo de hoy y de siempre, desde cien pasos que se le emplace a columbrar. Calidad prodigiosa de su materia trabajada con el fervor atómico y el calor poético de un Lucrecio de la pintura. Y dignidad, estructura, humanismo, identificación, misterio psicológico en la efigie, que desde ahora dobla y remansa en la tela su vida mortal»[6]. De 1. 94. 1 son dos naturalezas muertas tituladas El descubrimiento de América y el Bodegón del melón, que se conserva en el Museo Nacional de Buenos Aires.

Ambas obras, nos brindan otro paso elocuente del pintor «en la evolución del lenguaje»[7]. En la primavera de 1. Cossío se traslada a Madrid donde expondrá en la Galería Estilo.

Era la primera exposición que hacía desde 1. Sin embargo, quien sería su principal biógrafo, Juan Antonio Gaya Nuño, dice que fue a raíz de ver esta exposición cuando comenzó su seducción y su encanto por el pintor: «Porque este pintor no se parecía a ninguno de sus colegas contemporáneos. Por primera vez observé aquel nevadito de manchas interpuestas entre la imagen y la vista del espectador, y, bien que no supiera aún de la razón que aconsejaba al artista a salpicarlas, ya el encanto se había producido.

Vi también la solemnidad de su técnica, la suntuosidad de sus superficies, la altísima índole a que elevaba a sus modelos. En fin, vi al pintor que era el gran Pancho Cossío»[8]. En La estafeta literaria, del día 3.

Miguel Moya Huertas, que aunque el crítico no da perfectamente en la diana con la interpretación que hace de la pintura de Pancho Cossío, éste le quedó muy agradecido, ya que prácticamente fue el único trabajo que se publicó sobre la exposición. Juan Aparicio, por aquel entonces delegado nacional de Prensa y gran amigo suyo, fue quien se ocupó y preocupó de que la publicación La estafeta literaria le hiciera la crítica de la exposición a la vez que le encargaba para el mismo medio un artículo que el pintor escribió bajo el título «Mi genio pitagórico», publicado en el número del 1. Qué es lo que se ha hecho en París? Poca cosa. Se ha hecho un impresionismo –sus esencias son españolas–; surrealismo –sus dos jefes son españoles–. Se ha hecho más, se ha hecho pintura fáustica de gran raigambre tradicional y sus creadores y maestros hemos sido españoles. Y aquí, ¿no se ha hecho nada? Aquí se han hecho cosas muy importantes: se ha perpetuado el farolillo, la manzanilla y el olor a churros de las verbenas»[9].

Este desplante final del pintor, parece estar dicho con la tristeza que le invadía cuando hablaba de nuestra España de pandereta. Este mismo año, el Ministerio de Educación Nacional le nombra Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio. En 1. 94. 5 participa en la Exposición de Floreros y Bodegones de Artistas Españoles Contemporáneos, que tiene lugar en el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid en los meses de marzo y abril y en la que participan, entre otros, José Aguiar, Pedro Bueno, José Gutiérrez Solana, Benjamín Palencia, Daniel Vázquez Díaz, Nonell, Zuloaga y Rafael Zabaleta; Cossío acude con dos cuadros: Bodegón del Melón y Las porcelanas.

En este mismo año se celebra la primera exposición antológica de la Academia Breve de la Crítica de Arte que tiene lugar en la Galería Biosca de Madrid compuesta por una selección de las once mejores obras de arte expuesta en Madrid el año anterior. Pancho Cossío forma parte de esta selección junto con Nonell, Zuloaga, Manuel Benedito, Lloréns Artigas, Miquel Villa, Casanovas, Ángel Ferrant, Gómez Cano, Rafael Zabaleta y María Blanchard. Estos éxitos del pintor dan motivo para que los medios de comunicación se preocupen de su pintura. De nuevo es El Español quien a través de la pluma de José Luis Hidalgo le dedica casi una página del periódico ilustrada por un retrato de su madre y dos bodegones ilustran el reportaje; el articulista dice entre otras cosas: «La pintura de Francisco G. Cossío es una lección permanente de humildad, de ascetismo. Ha renunciado a todo: a la perspectiva, porque no quiere ningún asidero lineal para conseguir la profundidad.. Miremos un cuadro de este artista, uno de los retratos de su madre..»[1.

Al parecer este texto constaba de dos partes y sólo apareció la primera en aquella publicación. Según María Isabel Nava Ocaña, que reproduce parte de la segunda, ésta es la que contiene una valoración de las vanguardias artísticas del siglo XX: «Cossío es seguramente, de todos los pintores que se formaron en el hervoroso París de 1. Asimismo el diario santanderino Alerta, en esta ocasión a través de la pluma de Francisco Pompey, sale en defensa de Pancho dedicándole un amplio artículo titulado El pintor Francisco de Cossío donde dice que «no hace mucho tiempo que el público de Madrid pudo apreciar el talento y la sensibilidad de la pintura.

Pero.. como en la pintura de este artista no existen los “elementos” aduladores que se fabrican de “expreso” en el estudio- tienda del pintor, de ahí que no lograse un éxito franco, sino en sordina y un tanto forzado y pedante por parte de algunos incipientes críticos de arte. Justo es decir en honor del público, que ya posee una cierta preparación y costumbre de visitar exposiciones de pinturas, este público fue el que comprendió con más justa medida, espontánea y generosidad, la pintura de Cossío»[1. De 1. 94. 6 a 1. 94. Santander y Madrid. En estos dos años deja ver poco sus pinturas y, de manera excepcional, expone en el Ateneo de Santander un retrato que le había encargado el Ayuntamiento de la ciudad.